viernes, 25 de junio de 2021

El Pecado de Oyuki - El tiempo si perdona pero la teoría crítica no

A principios de año pude terminar la telenovela El Pecado de Oyuki (1987) y desde hace rato que deseo hablar de la misma pero no deseaba explayarme tanto ya que hay mucho que decir.

O debería ser más específico... hablar sobre de la repercusión de esta producción, porque me dice bastante del análisis que hay sobre las telenovelas hoy en día. 

No me voy a perder con lo que ya se sabe de la misma: su producción turbulenta, las peripecias que hicieron para recrear Japón o lo que le pasó a Ana Martín por su “caracterización”. Desde que comencé mi visionado de telenovelas viejas me he dado cuenta que tanto en Televisa como su audiencia les encanta ensalzar telenovelas que ni siquiera se han visto, tan solo se sigue lo “que ya se sabe”.  Por ejemplo, “las telenovelas clásicas (cualquier novela hecha antes del 99) son mucho mejores que lo que se hace ahora”, y cuando vemos un porque no pasa de ser la superficialidad de preferir las tramas conservadoras y formas de hacer televisión que ya no funcionan, pero antes de llegar a eso unos puntos positivos.

El uso de la cámara y el montaje

El punto más fuerte de El Pecado de Oyuki más que su escenografías, actuaciones y detalles de producción, es su fotografía. Las telenovelas son un producto de corte audiovisual, ósea, combinan elementos de audio y vídeo para narrar una historia, generar una emoción o una idea. Sin embargo, en este género la mayoría de veces no suele aprovechar ese lenguaje, se opta por contar las historias de forma funcional tanto así que uno puede verlas mientras lava los platos o plancha la ropa, con oír basta para disfrutar de la historia. 

Así que es de reconocerse que una telenovela tan antigua decida contarnos su historia a través de la imagen, del color, de las sombras, la luz, el espacio, el montaje. Este tipo de lenguaje no lo veremos en Televisa hasta años después y aun así pocas veces tan interesante como aquí. 

La música es un personaje

Otro aspecto positivo es la música, las composiciones de Bebu Sivetti son casi impecables! En una entrevista con Alejandro Galán, la productora Lucy Orozco mencionó la importancia de una entrada épica, incluso usó dos porque no estaba segura de cual escoger, se nota que era su primer trabajo en televisión, pues fue esa visión que le permitió crear una de las mejores entradas de la década y fácil, la mejor de su catálogo.

Si algo demuestran estas composiciones es sutileza, contiene un ritmo casi onírico que va de menos a más de una manera que sin notarlo ya nos adentra a la escena, no va hacia la sobre musicalización o para reforzar el drama. De las pocas veces que se aprecia el uso del silencio, para un género que nos tiene acostumbrados a tener instrumentales todo el tiempo (pues es muy de “telenovela”), aquí el silencio nos sirve para reforzar la narrativa.

Nada que ver con la ansiedad que me provocan los silencios en Tu o Nadie (1985).

El nivel actoral

Lucy Orozo trajo a su amigo Benjamin Caan como director de escena, este hombre anteriormente estaba enfocado en el cine. Quién diría que terminaría con un currículum tan importante en Televisa: La Sombra del Otro (1996), Cañaveral de Pasiones (1996), Pueblo chico infierno grande (1997), La Otra (2002), Rubí (2004), La Fuerza del Destino (2011) entre muchas otras.

Bastante loable su primer trabajo en una telenovela, fuera los vicios cuestionables del casting, Ana Martín logró sacar varias lágrimas con su interpretación de Oyuki, mientras que Martha Roth se hizo odiar como la racista Elizabeth Pointer. Otro que también destacó fue Salvador Sanchez como el vividor, maltratador y asesino hermano de la protagonista. 

También tuvimos grandes actuaciones de Noe Murayama, Jorge Martinez de Hoyos, Jorge Pais, Evangelina Elizondo, y la niña Erika Kusaga.

Ahora vamos con lo negativo…

El racismo contra la narrativa

Antes de que me mencionen el porqué analizó de esta manera a una telenovela vieja, pues entonces les pregunto ¿por qué siempre analizan los aspectos positivos de los clásicos para compararlas con las telenovelas actuales? Porque nos permite entender lo que entendemos en el presente, lo siento señores, así es la cosa y hay que decirlo, la telenovela es racista.

Una cosa es que por años los actores blancos o de tez clara tienen roles estelares y los de piel morena obtienen solo papeles que muchas veces ni diálogos tienen, (discusión para otro día). Pero otra muy distinta es tomar una cultura que no es de uno e interpretarla de forma inconsciente y prejuiciosa. Desde tener a Ana Martín haciendo Yellowface (cuando un actor no-asiático se caracteriza/disfraza como uno para interpretar un rol), cuando ya sabemos que NUNCA iban a castear a una actriz asiática (ya no digamos japonesa) para el papel de Oyuki, ni siquiera en la actualidad lo han hecho. 

Hasta el orientalismo de la propia historia, la telenovela retrata a Japón como un país retrógrado, machista, rural, que a cada rato se compara con la Europa “progresista”. Ahora gracias al internet sabemos que el país nipón sufre de clasismo, machismo y racismo, pero es muy incomodo que se vea esto en la telenovela solo para mostrar a Europa como superior en estos sentidos. 

Resulta bastante curioso que la villana principal sea una tremenda racista mientras que el resto de los personajes europeos sean caracterizados como personajes liberales aunque en el fondo muestran múltiples formas de racismo sin ser cuestionados. Conociendo el trabajo de Yolanda Vargas Dulché esto no fue intencional, claramente lo hizo sin tener una  concientización racial.

Y fuera de cualquier análisis, lo más triste es que afecta bastante el potencial de la telenovela. Me venden una historia que toma lugar en Japón, muy bien, entonces ¿por qué tanto enfoque a los personajes europeos? Si el punto son las peripecias de Oyuki ¿qué nos aporta la trama de la mamá de Eliane?, ¿el supuesto primo de Elizabeth?, ¿por qué nadie convive con japoneses?, ¿porque no saben hablar el idioma si viven ahí?, ¿por qué Orson es blanco y no japonés de origen europeo? (eso pudo ser interesante).

Esto me remonta a un problema constante en las tramas sobre el Oriente escritas por  occidentales. Asia es solo un adorno, sus prendas, símbolos, comida y hasta personas son objetos exóticos y “diferentes” a lo europeo/blanco, ya que el propósito de estas historias no es el intercambio cultural o un interés en un cultura y su gente, es solo un fondo “bonito” en medio de historias centradas personajes blancos. También es importante recalcar que no solo son blancos sino ricos, digo esto porque los personajes europeos más interesantes fueron Tom y Helen, los empleados domésticos de los Pointer.


El galán que siempre fue lo peor de todo

Lucy Orozoco mencionó en una entrevista que muchos le criticaron el casting de Boy Olmi como Irving Pointer, incluso ella piensa que quizás se equivocó. Me pregunto si estas críticas fueron por el mal desempeño del hombre o por la extraña xenofobia que existe en los castings de Televisa (nuevamente, tema para otro día).

En mi opinión, fuera del acento argentino muy marcado, no encontré la actuación tan mala su actuación, lo mismo va para Jorge Martinez en El Extraño retorno de Diana Salazar. El problema siempre fue el personaje de Irving Pointer, el cual ilustró perfectamente todos los vicios de la telenovela.

Desde la forma tan mezquina se comportaba con las mujeres asiáticas, al personaje nos lo introducen golpeando a una niña y más adelante le hace una “broma” de llenarla de pintura y es francamente resulta muy grosero.

Es un pintor que es rechazado por su “estilo occidental” cuando más bien es porque se apropia de estilos orientales, se enamora de Oyuki portando sus kimonos pero luego el la occidentaliza pidiéndole que se aleje de su cultura porque le recuerda su pasado como Geisha (y eso que se la pasa diciéndole que desea liberarla de la opresión machista de su país), incluso aunque hay una barrera de lenguaje ya que el no sabe escribir en japonés, solo hablarlo, jamás tienen un interés por aprenderlo, contrario a Oyuki quien desea aprender inglés a pesar de soportar rechazo de los otros por su matrimonio.

El Pecado de Oyuki es uno de los tantos ejemplos de telenovelas “clásicas” que quizás sorprendan por su calidad, visual, interpretativa y musical, pero la historia es de lo más superficial, cae en clichés bastante incómodos, y tiene mucho relleno gastado en personajes terciarios. Pero bueno, decir que tiene aspectos racistas es una cosa, el impacto que tiene en la televisión es otra. Hace poco el canal tlnovelas hizo un programa especial dedicado a la telenovela y ¿adivinen qué? Nos soplaron todo lo que ya se sabe sobre la telenovela, ni siquiera Álvaro Cueva, quien se dice estudioso del género, le interesó hacer preguntas sobre el yellowface y la representación de asiáticos en la televisión.

Si El Pecado de Oyuki es una lección para las telenovelas actuales ¿cuál es la lección a aprender? Quizás por eso no evolucionamos, porque el discurso de la telenovela sigue siendo lo sorprendente que fue que Lucy Orozco recreará Japón en el Ajusco y no el poco interés que tuvo por una cultura de la que no se documentó, se quedó con lo que Yolanda dictaba en sus historietas de los años 40.

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