Suelo ser una persona bastante curiosa, ahora que miro varias telenovelas para ir conociendo verdaderamente el género (y por la cuarentena) más allá de un casual visionado. Aproveche que en Netflix subieron la primera temporada (y recientemente la segunda) de la primera producción de W Studios para Televisa: La Piloto.
Aunque no lo parezca esta es de las producciones que más han influido en la empresa actualmente. En su momento representó la nueva era, el nuevo rumbo que tomaría Televisa para sus telenovelas o mejor dicho sus “teleseries”, implementando los métodos de Telemundo por su enorme éxito frente a Univisión. Esto fue importante porque en ese momento comenzó la fusión de ambas televisoras y Patricio Wills e Isaac Lee tomaron las riendas de los contenidos de Univisión y Las Estrellas.
El hecho que haya sido con una narconovela fue bastante controversial, no solo por la confirmación a desechar el modelo tradicional sino que además representaba un cambio brusco de identidad frente a la competencia; a tres años después de su lanzamiento, el panorama ha cambiado por completo para bien o para mal. Las cosas se complicaron aún más cuando recibió una segunda temporada a pesar de su resultado tan mediocre tanto en EEUU como en México. Esto la hizo acreedora a especulaciones dentro de la empresa sobre W Studios, más el que Amar a muerte arrasará con una premiación interna y que su actual producto Como tú no hay 2, sea lo menos visto en el canal.
Fuera de todo ese contexto ¿es realmente La Piloto tan mala que no fue ni capaz de crear un impacto con las audiencias?
La Piloto es la historia de Yolanda Cadenas (Livia Brito) una muchacha violentada por la vida que sueña con ser piloto. Por azares del destino tiene la oportunidad de trabajar en una aerolinea como azafata. Sin embargo, está esta envuelta con un cartel del narco y Yolanda queda embarrada en los negocios de John Lucio (Arap Bethke) el jefe de dicho cartel. Ella termina por convertirse en la novia de Lucio así como en su piloto personal.
¿Esto es la historia de una “Piloto”?
Eso es solo la historia base porque la trama en sí es rotundo absurdo, igual que cualquier circo que escribiría Alberto Gómez, con villanos saliendo por doquier, la protagonista estando de un lugar a otro, hasta etapa cárcel tuvo. Solo que a diferencia de esas telenovelas que al menos entretenían con La Piloto uno solo se queda abrumado de ver porque una historia así pretende que nos la tomemos en serio.
La primera etapa tiene los mismos clichés de siempre: la prota tiene un papá que se le muere, el tío que abusa de ella por dinero, la mamá mensa que no le cree, la amiga mala que engaña. Supongo que como en muchas de estas narco historias se utilizan recursos familiares para que sea más fácil de digerir. Hasta eso, toda la parte de Yolanda conociendo a John y se hace novia oficial, es bastante entretenida. Ya sabemos que a pesar de lo retorcido que suene, Lucio es el príncipe azul de Yolanda, mientras que Zulima y Oscar son los malos ñaca ñaca que harán lo que sea por separar a la pareja estelar. A parte están las otras subtramas con las azafatas involucradas con narcos o policías, mientras el otro galán (policía obvio) busca la forma de atrapar a los criminales y hacer que Yolanda entre en razón.
A partir de ahí tenemos persecuciones, villanos que siempre se les escapan a los policías de las formas más absurdas, la conspiración política que tarda en revelarse porque hay que “alargar la trama”, antagonistas que salen por doquier (uno más insufrible que el anterior), y lo que más llama la atención: la pareja protagónica separada durante todo este desarrollo. Hasta parecía más la historia de los malos y sus planes tontos que de la propia “Piloto”.
El flashback del horror
El flashback es un recurso narrativo que consiste en un punto en la historia donde se retrocede a un evento pasado, usualmente se usa porque el mismo tiene un impacto en el presente del personaje/historia.
Las telenovelas desde hace siglos que utilizan este recurso; recuerdos, giros de trama, etc. A diferencia de una serie de 20 capítulos, en una telenovela de 80 o más a veces más capítulos, es necesario recordar ciertos datos para avanzar la historia. Pero La Piloto exagera este recurso, ya ni en aquel capítulo en Salomé donde la protagonista y Caricia recuerdan toda trama, teníamos tantos flashbacks.
De hecho la telenovela inicia con uno enorme: Yolanda es entrevistada por Santamarina (Tommy Vazquez) en campamento donde se nos recuenta toda la historia hasta ese punto, que sería alrededor del capítulo 30 más o menos. Y conforme avanza la trama se va exagerando su hasta un punto verdaderamente insufrible, ¿hay necesidad de recordar lo que ocurrió el capítulo anterior? ¿de tener el mismo recuerdo más de cinco veces? ¿de que algunos sean como mini resúmenes de la telenovela?
Hasta parece que los escritores se daban cuenta de lo absurdo de la trama con montones de personajes que de esa manera aclaraban la confusión que generaba en la gente, o quizás era un burdo intento de parecerse más a una serie que una telenovela (lo que indica una rotunda ignorancia al respecto).
¿Serie o Telenovela?
El enorme debate (es una exageración) que existe en la televisión, no solo en Televisa sino también en otras televisoras. Estás recientes producciones que vemos com otros modelos de producción, estructuras, y equipo técnico ¿son telenovelas? ¿o ya se les puede considerar series?
Cualquiera con acceso a televisión por cable o un servicio de streaming se ríe ante estas discusiones pues aunque las telenovelas de Telemundo y Televisa cuenten con hasta temporadas no dejan de ser eso, telenovelas. Y lo mismo ocurre con La Piloto, la cual no tiene estructura, ni formato, ni estilo de serie en algún sentido, toda su trama es contada como una telenovela genérica y no una muy buena en ese caso.
Si nos vamos a su realización, es de cierto mérito que se aleje de las convenciones de la telenovela tanto en su iluminación, fotografía (de hecho ya existe la figura director de fotografía) más allá de una simple “dirección de cámaras”. En esta caso estamos ante alguien que recurre a la iluminación natural, fuentes de luz lógicas a partir de los sets, la composición y la puesta en escena de los actores a cuadro, etc. Muy por el contrario a lo convencional donde iluminaban hasta con spots, obvio el alejarse del género sería admirable si lo que nos ofrecen es deslumbrante o interesante, pero lo cierto es que no solo ya elimina todo el encanto de una telenovela sino que tampoco estamos ante un nivel cercano tan siquiera a las producciones turcas o brasileñas, ya mejor ni hablemos del serial anglosajón.
Aunque las escenografías y locaciones son muy buenas y variadas, carecen de personalidad. El México que presentan no existe y con esto me refiero a que parece el cliché genérico de una película gringa, el cast con variedad de acentos, las locaciones son tantas que confunden y como los personajes son nómadas, no permiten adentrarnos a la atmósfera del universo que intentan proyectar. Creo que es la primera telenovela de Televisa donde no hay una concientización de esto es México; es cierto que la mayoría presenta una versión surreal o fantasiosa pero siempre con una identidad, cosa que carece La Piloto. Tanto así que tuvieron que inventar una Ciudad de México (Tres Fuegos), solo para que a media historia ya de repente si existe CDMX.
Como ha ocurrido con otras producciones todo se resume en marketing, en un estudio bastante incorrecto sobre que “las series son lo de hoy” y no el hecho que ahora la gente tiene más opciones. Bueno eso pudo haber sido en 2017, en 2020 aunque los ratings de la tv abierta han mejorado, no son comparables con otros momentos. El olvido en que la gente la mandó, como a casi todo lo producido por esa productora, dice mucho de este intento por expandir el género.
La sopa de villanos
Si ya con el duo dinamita (esto con mucha ironía) de Zulima y Oscar ya parecían suficientes villanos, que lograron lo que la mayoría no, separar a los protagonistas, como buena telenovelas de “peladita”, tenemos a una docena de antagonistas listos para entrometerse con la heroína y rellenar la historia. Es entendible que al meterse en el mundo del narco, están los carteles enemigos, sicarios, militares y policías como posibles antagonistas pero aquí se volaron la barda con medio mundo queriendo la cabeza de Yolanda. Esto no sería tan grave si las actuaciones fueran buenas o los personajes fueran fuertes o memorables. Pero no se les da el tiempo adecuado para desarrollarse, sus planes funcionan por medio de conveniencias, dicho sea de paso tardan demasiado en morir.
El mejor ejemplo es Arnoldo Santamaría (Vázquez), quien después de la tediosa etapa de secuestro uno pensaría que su subtrama término y su personaje terminaría, pero empieza su trayecto de Colombia a México para alcanzar a Yolanda. No solo es de absoluta risa la forma en que logra safarse hasta de la DEA (aquí son unos imbéciles), cruzar fronteras como si fuera la calle, todo por una obseción boba por la protagonista.
Eso sin olvidar las “maldades” que realizan, torturas ridículas como poner tarántulas, colgarlos del techo, marcar como a las vacas, o arrojarles agua; supongo que es para que sintamos pena por los personajes pero ni risa provocan, sino estrés.
El desperdicio
En la tercera etapa de la historia cuando Yolanda se enfrenta a un rival “mayor” un narco quien también es un político con nociones de la presidencia. No me voy a meter en la forma tan abyecta en que manejan los asuntos políticos en esta telenovela porque eso es para otro post. Pero desde un poco antes las azafatas tienen sus subtramas donde enfrentan las consecuencias de sus actos y su reintegración social (más en el caso de Lizbeth), vemos que se enamoran nuevamente y como están dispuestas a ayudarse entre amigas. En el caso de Yolanda esta tiene una nueva relación con su madre, todo esto es bastante bueno pero sumamente corto ¿por qué no pudo la telenovela enfocarse más en esto?
El choque entre la reintegración de las chicas y los villanos narcos interviniendo a lo bruto solo evidencia más el problema con la historia en general. "Nuevo enfoque" para estos creadores es simplemente copiar la formula de las producciones colombianas de hace diez años y no aportar algo nuevo al género. Pensaron que un público rosa aceptaría todo esto como novedoso, pero solo es pretencioso y muy en fondo, pan con lo mismo.
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