Luego de ver los primeros 30 capítulos de la telenovela producida por MAPAT (quien ya no trabaja para Televisa desde 2018), hay varias reflexiones con lo que inició haciendo a los últimos proyectos que realizó para la empresa.
El niño que vino del mar incluso en su momento no resultó ningún éxito, la primera telenovela infantil de la nueva etapa de Televisa Niños que era protagonizada por un niño y bueno otro remake, previamente hecha como “Si, mi amor” con Edith González (QEPD).
La trama es un tanto triste si se analiza bien. Una madre junto con su hijo Filippín (Imanol Landeta) toman un barco para ir a pueblo costero en México donde vive el padre de este, nada menos que un Duque, Don Alfonso Rodríguez (Saúl Lisazo). El cual recibe una carta donde esta mujer le dice que tienen un hijo, provocandóle un infarto y muere poco tiempo después. Un falla en el barco hace que naufraguen y el niño acaba en manos de Nisa (Natalia Esperón). Los parientes del duque vienen desde España y al enterarse de su muerte buscan al pequeño duque.
Un punto a resaltar de las telenovelas infantiles de Mapat a diferencia de las de Rosy Ocampo, es que la trama infantil está equilibrada con la adulta o en este caso la segunda casi pesa más que la segunda. Ya ni hablemos de compararla con las de Nicandro Díaz que incluyen de 60% a 75% más circo e incoherencias.
Por supuesto tenemos todos los arquetipos posibles. Nisa es la Cenicienta del cuento, huérfana quien vive sola en medio de la playa lejos del pueblo. Yadhira Carrillo es la madre con amnesia que a cada rato nos crean tensiones con supuestos encuentros con su hijo. Está el viejito buena onda que cuenta relatos del dominio público, la villana “bruja” prestamista que no sabemos como tiene tanto dinero para prestar 30,000 pesos de la nada. El niño rival morenito que odia al protagonista por ser güerito. El galán segundón enamorado de la protagonista, bien noble y bien macho pero que queda friendzoneado.
Por último, la familia de españoles donde ninguno lo es. Conformada por el sobrino malo, burlón pero atractivo. La novia rubia y caprichosa del galán que hará circo para ser la futura duquesa. Y el protagonista, el sobrino guapo y bueno como el pan pero gris, de hecho creo esto fue lo último que vimos de Enrique Ibáñez en Televisa. Al pobre lo opaca el resto de los hombres, desde Alejandro Ruíz, Orlando Miguel, Manuel Landeta (si anda pora aquí) y por supuesto Saúl Lisazo ¡quien solo sale en un capítulo!
A nivel de producción es bastante digna, sus construcciones son como castillos y fortalezas, el vestuario lindo y congruente, con los actores despeinados, con la piel quemada y con la ropa suelta. La musicalización correcta aunque algo repetitiva, y por supuesto la hermosa entrada de la telenovela con un excelente tema musical. Y eso que ese año ofreció entradas muy memorables como Laberintos de pasión, Por tu amor o Rosalinda. Es increíble el encanto de las telenovelas noventeras, sin el 4K y sin HD se realizaban cosas más memorables que la mayoría de lo que tenemos ahora.
Lo negativo, pues como toda telenovela de Mapat peca de ser un poco lenta, aunque bueno por lo menos dura la mitad que sus otras telenovelas. Pero recordando a Piel de otoño, la cual también fue corta y aun asi no le importo a sus escritores alargar de manera insufrible el regreso de Lucía (Laura Flores) de España a México.
La subtrama infantil tampoco es muy llamativa, los niños tienen tan poca relevancia para la telenovela que les tienen que forzar conflictos, tal es el caso de la niña que su madre le inventó al padre que se trataba de un niño. Lo resolvieron en capítulo y medio. ¿Había necesidad de eso?
Por el momento ya voy en la parte donde Filipin fingirá ser el pequeño duque, ya se podrán imaginar para donde va esto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario